El pasado 22 de Junio salió a la venta
Danza de dragones, la esperada quinta entrega de la popular saga
Canción de Hielo y Fuego. En los tiempos que corren, en los que las ventas son más bien escasas, lo que debería ser motivo de celebración pronto se convirtió en foco de tensiones y de preocupación general, ya que las cantidades de libros recibidas no se correspondían con los pedidos realizados, provocando un lógico malestar entre algunos (que no pocos) libreros. Yo soy uno de esos libreros molestos.
La editorial responsable de la edición en castellano,
Ediciones Gigamesh, hizo público, a través de un escrito difundido en
Facebook (y al que podéis acceder en este enlace), cuales eran los motivos de tal desajuste. El principal era que la tirada de la primera edición de
Danza de dragones había sido de 20.000 ejemplares, frente a una demanda por parte de las librerías superior a los 40.000 ejemplares. En la nota escrita se argumentan y se exponen los motivos que les han llevado a imprimir una tirada tan alejada de la demanda. Tirada que, en mi modesta opinión, se me antoja bastante corta, pues me parece que existían sobrados motivos para hacer frente a la demanda de los libreros. Motivos que, o bien se han ignorado o bien se han obviado, y que paso a detallar a continuación.
Tomar como referencia el total de ventas de la edición de lujo de Festín de Cuervos (16.000 ejemplares), en principio puede parecer lógico. Pero esta edición (Febrero 2008) salió, como venía siendo habitual, después de la edición en rustica (Diciembre 2007). Tres meses de diferencia entre cartoné y la edición en rústica, que además irrumpió en plena Campaña Navideña, con tiempo y ejemplares más que suficientes para mitigar la euforia de salida. En el caso de Danza de Dragones se ha invertido el orden, con lo que la primera avalancha de impacientes lectores, acumulados tras casi cuatro años de espera, ha literalmente arrollado una tirada tan corta, aunque se trate de la edición de lujo. Unos lectores que han ido en aumento tras el éxito de la serie de televisión, pues Canción de Hielo y Fuego es ahora un fenómeno mediático, que ha aumentado notablemente su base de fans: prueba de ello es que ya existen juegos de mesa, de cartas, de rol y merchandising de todo tipo.
Los libreros éramos conscientes de este fenómeno, de ahí el aumento de nuestros pedidos iniciales, pero Ediciones Gigamesh, tal vez asaltada por un exceso de prudencia, hizo caso omiso de ellos. Podrá gustarnos más o menos, pero esa fue su decisión y, al fin y al cabo, en ese momento sólo era su dinero el que estaba en juego. Lo paradójico de la situación es que, a pesar del recorte, Ediciones Gigamesh inició después una campaña de promoción para Danza de dragones, y animó a las librerías a formar parte de ella, lo que ha llevado a situaciones embarazosas a más de un librero. Tras la campaña de promoción y sin avisar previamente del recorte en la tirada, no resulta precisamente agradable encontrarse a cuatro días del lanzamiento con menos ejemplares que reservas, o sin ejemplares libres para su venta. Lo que podía haber sido una magnífica ocasión para promocionar Canción de Hielo y Fuego como franquicia, y aprovechar la sinergia generada por ella para dar a conocer nuestras librerías a público nuevo, se convirtió para muchos en una decepción, en una pesadilla. En una ocasión perdida.
No tengo ninguna duda de que Danza de dragones agotará rápidamente tanto su edición en cartoné como su edición en rústica, ni de que será todo un éxito de ventas. Pero parece ser que las librerías especializadas sólo formaremos parte de él de forma anecdótica, algo que viene siendo habitual cuando un producto alcanza el éxito mediático. No es de extrañar que las librerías modestas tengan a menudo la sensación de que parte de la industria del libro nos considera como una mal necesario, sólo útiles para lanzar productos (aparentemente) arriesgados y a las que luego, cuando llega el éxito, se nos puede abandonar como un juguete roto. Como si fuéramos libreros molestos.