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Amar. Perder. Recuperar. |
Aparentemente, Rosa y Javier podría ser, simplemente, una historia más sobre las drogas. Pero es más que eso. Es la crónica, cotidiana y costumbrista, de la muerte y la destrucción (o si preferís un término más dulce, de la transformación) de una relación entre dos personas que se quieren. En el caso de Rosa y Javier, lo que se destruye es el amor de una madre hacia su hijo (y viceversa), pero podrían ser dos hermanos, dos amigos o dos amantes, y aunque en este caso la causa de la ruptura son las drogas, también podría ser cualquier otra adicción, obsesión o enfermedad.
Paco Hernández retrata a la perfección el egoísmo patológico de Javier, que vive sólo por y para su adicción, y también como el amor que Rosa siente por su hijo primero niega la evidencia, luego se transforma en ira, en resignación, en depresión y, tras la aceptación del estado de Javier, acaba en total indiferencia (algo que se refleja de forma evidente ya desde la portada de la obra). Pero Rosa y Javier es también una historia de recuperación (mutua), y nos muestra que el amor, como si de un ave Fénix se tratara, puede renacer de sus cenizas. Otra de las virtudes de Paco Hernández, y que es muy de agradecer, es que su relato es emotivo y sentimental sin caer en el exceso ni en la sensiblería, y no intenta ser aleccionador o buscar culpables, un recurso fácil en este tipo de historias.
El dibujo de Jose Ángel Ares encaja bien en la historia, y sus personajes nos transmiten en cada momento, viñeta a viñeta, todas sus emociones, seas éstas cuales sean. Desde el punto de vista narrativo, resuelve perfectamente escenas claves del relato (merece mención especial el quinto capítulo del libro), y hace uso del color para diferenciar entre el presente (azul) y los recuerdos del pasado (verde).
En definitiva, Rosa y Javier es una novela gráfica con muchas virtudes, entre ellas que gracias al tema tratado y a su fluidez narrativa lo convierten en un libro ideal para ese público que rara vez se acercaría al mundo de los tebeos.