|
Relato costumbrista de la adolescencia |
En La chica a la orilla del mar conoceremos a Sato e Isobe, dos jóvenes estudiantes que deciden embarcarse en una relación puramente física, dejando a un lado sus sentimientos. Pero pronto descubrirán que dejarlos a un lado no es tan fácil como parece, y que su relación no sólo les afecta a ellos, sino también a quienes les rodean, ya sean compañeros de clase, amigos o familiares.
Aunque esta obra no supone el debut en nuestras tierras de Inio Asano (Ponent Mon publicó en 2008 su obra Nijigahara Holograph), podemos decir que en esta ocasión ha tenido mejor fortuna. En una época en la que proliferan historias trilladas y en las que el riesgo editorial es mínimo, la joven Milky Way apuesta por una obra extraordinaria, en muchos sentidos. Asano nos retrata de forma costumbrista, sin excesos ni alardes innecesarios, esa línea crepuscular que separa la adolescencia de la madurez, sin juzgar a sus protagonistas, simplemente mostrándonos sin reparos sus acciones y las consecuencias colaterales que éstas producen en su entorno más cercano. Afortunadamente, no estamos ante un shojo más, otra edulcorada historia de amor de instituto, sino ante un seinen tan cercano, verosímil y crudo que, a pesar de estar ambientado en Japón, bien podría transcurrir aquí al lado. Y si añadimos un dibujo elegante, detallado y realista, alejado también de los cánones de la mayoría de manga que llegan a publicarse, nos encontramos ante una obra destinada a derribar los habituales prejuicios que algunos aún sostienen sobre la historieta japonesa. Si a pesar de ello deciden no darle a La chica a la orilla del mar la oportunidad que se merece, no sólo se pierden una de las mejores obras publicadas en lo que llevamos de año, sino también el descubrir un universo tan fascinante y enriquecedor como es el del manga. Allá ellos.