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La pandilla en peligro |
No exageramos si decimos que uno de los estrenos más esperados de este verano es Super 8, la última obra de J. J. Abrams, producida en esta ocasión por Spielberg. Ayer tuvimos la fortuna de asistir a su preestreno, y tampoco exageramos si decimos que es una película que nos reconcilia con el cine.
Un verano, una pandilla, una película
Es verano y se acabaron las clases. Joe Lamb y sus amigos se disponen a rodar, cámara de Super 8 en mano, una película de zombies. Una noche, mientras ruedan una escena en una vieja estación, presencian el descarrilamiento accidental de un tren de mercancías. Salvan la vida de puro milagro y, para evitar las reprimendas de los adultos, juran no contar a nadie lo ocurrido. A partir de ese momento, extraños acontecimientos se suceden en su pueblo. Acontecimientos que pondrán a prueba su amistad y sus sentimientos.
Jóvenes promesas
Uno de los aciertos del film es el reparto. En primer lugar, la elección de actores no excesivamente mediáticos hacen más creíble la historia, permiten al espectador tanto centrarse en lo que ve como identificarse con los personajes, y fijar la atención en los verdaderos protagonistas, los chavales. En segundo lugar, la elección de los chicos que forman la pandilla protagonista es simplemente brillante y destacan con fuerza Joel Courtney (Joe Lamb) y Elle Fanning (Alice Dainard). Atentos especialmente a esta joven actriz, que si no se malogra lo tiene todo para ser una gran estrella.
Suspense y acción
El guión alterna con eficacia ambos elementos. La verdad sobre el cargamento del tren de mercancías se nos presenta poco a poco, las escenas de acción son espectaculares en su justa medida, y los efectos especiales están al servicio de la historia, no al revés. En ese aspecto, nos hace recordar las películas de los ochenta, en las que lo importante era lo que se contaba y cómo se contaba, con más imaginación y buen oficio que medios.
En resumen
Super 8 es una película fantástica, tanto en temática como en resultado. Lo mejor es que, como los buenos cuentos (y las buenas películas), es algo más que mero espectáculo y encierra, sin intención aleccionadora, uno o varios mensajes. Que lo verdaderamente importante es la camaradería, la valentía, el compromiso, perdonar y perdonarse, no aferrarse al pasado ni al dolor para no olvidar. Y que debemos aceptar la pérdida de los que amamos, pues la vida continúa. Lo demás, son sólo fuegos artificiales.