Una de las muchas agradables sorpresas de las pasadas BullDogCon fue conocer en persona a Luis Quiles, que nos trajo bajo el brazo el magnífico Revolutionary Road, un libro en el recopila buena parte de sus trabajos. Y probablemente más de uno de vosotros, sin saberlo, ya los conocéis, pues muchas de sus ilustraciones circulan viralmente por La Red.
El arte de Luis Quiles entra en ese cajón de sastre al que ponemos la etiqueta de humor gráfico, y en el que solemos englobar todas aquellas imágenes de artistas que, de una manera u otra nos hacen reflexionar sobre nuestra realidad y nos enfrentan a ella, se llamen Perich, Forges, El Roto o Bansky.
La vía en que Quiles nos transmite sus mensajes es con mano de hierro en guante de seda. El guante de seda es su dibujo, que rebosa aparente candidez al más puro estilo cartoon, lo cual nos hace bajar la guardia, y entonces es cuando aparece el puño de hierro con las situaciones que plantea, explícitas y contundentes, demoledoras como un gancho directo a la mandíbula. Básicamente, nos pone ante el espejo y nos muestra tal y como somos, a sabiendas de que la cruda verdad nos hará reaccionar. Y, supuestamente, reflexionar sobre nosotros mismos y el mundo que estamos construyendo.
En definitiva, Revolutionary Road es un libro inteligente, bello y cruel, perfecto para los que gustan de reflexionar con el arte, y por ende no apto para mojigatos meapilas fácilmente escandalizables o incapaces de ver más allá de sus narices.