¿Qué tienen en común? |
Aunque un poco tarde, aprovechamos para hacer un breve repaso de lo más vendido el pasado Sant Jordi. En lugar destacado tenemos la saga Canción de Hielo y Fuego, con los títulos Juego de Tronos y Choque de Reyes en cabeza. A cierta distancia, Los juegos del hambre y En llamas, y en último lugar, pero no menos digno, Bola de Drac, que pasa por encima de Los Muertos Vivientes.
Curiosamente, las cuatro sagas de las que hablamos tienen un nexo común: la televisión (o el cine). Cada vez es más notorio, en cada Sant Jordi, que se cuelen entre las listas de los más vendidos títulos mediáticos, que, de una manera u otra, tienen o han tenido recientemente una gran presencia en la pequeña pantalla. En este caso, tenemos la llegada de la segunda temporada de Juego de Tronos, la avalancha de publicidad por el estreno en cines de Los juegos del hambre, el reestreno de Bola de Drac o la segunda temporada de The Walking Dead. Son productos que llegan, gracias a la televisión, al gran público.
Por lo tanto, este tipo de libros, que algunos denominan de forma despreciativa literatura de consumo, son absolutamente necesarios no sólo porque ayudan a facturar, sino también porque atraen público nuevo. Público nuevo, del que no suele frecuentar habitualmente una librería (mucho menos una librería especializada) y que raramente volverán a aparecer por otra librería hasta el año siguiente. Y es ahí donde las librerías especializadas, y los libreros de verdad, deben tirar de oficio y cumplir su función (que no es sólo vender), y demostrar que somos importantes, casi vitales, para un sector en delicado equilibrio como el nuestro. Si de estos recién llegados conseguimos un nuevo lector asiduo, poco a poco, año a año, iremos aumentando la base de clientes potenciales. Y el sector del libro podrá continuar, aunque éste no nos agradezca nuestra labor ni algunos de los nuestros ya no estén allí para verlo.
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