El origen de Conan |
Cuando hace diez años Dark Horse anunciaba una nueva serie de cómics basada en Conan, personaje literario creado por Robert E. Howard, ésta fue acogida por los fans de las aventuras del cimmerio y los aficionados al tebeo en general con una mezcla de ilusión contenida y de recelo mal disimulado. Con ilusión, ya que la expectativa de tener de nuevo en nuestras librerías a nuestro bárbaro favorito tras largos años de ausencia era más que esperanzador, pero también con recelo, ya que bajo el sello de Conan y con la coartada que dan las licencias, se habían cometido no pocas barbaridades. Nunca mejor dicho.
El reto era importante y arriesgado, ya que los nuevos autores se enfrentaban a la inevitable comparación con la obra realizada anteriormente por Roy Thomas y John Buscema (con permiso de Barry Windsor-Smith), un icono clásico de tanto peso que podía suponer un lastre para las nuevas andanzas de Conan. Pero cuando el responsable de los nuevos guiones es alguien llamado Kurt Busiek, los aficionados podemos respirar tranquilos. El creador de auténticas joyas como Astro City y Marvels, de solvencia contrastada además en trabajos más corporativos y de continuidad que de autor, no sólo cumplió brillantemente con el encargo recibido, siendo uno de los más fieles guionistas adaptando los relatos de Robert E. Howard, sino que supo darle a la serie su toque personal y además aportó material propio para hacer aún más grande si cabe al legendario personaje.
Muestra de ello es Conan: Nacido en el campo de batalla, un tomo que aúna toda una serie de pequeñas historias que se intercalaban, a modo de spinn-off o de serie dentro de la serie, entre las diferentes adaptaciones de los relatos clásicos. Basándose en lo poco que se sabía sobre el pasado del personaje, apenas una escasa decena de anécdotas apuntadas tanto en relatos como en correos mantenidos con lectores por Robert E. Howard, el ingenio de Kurt Busiek teje una biografía de la infancia, adolescencia y primeras andanzas cimmerias de Conan, un relato vibrante y épico que profundiza en las raíces del héroe y en sus motivaciones, y que gracias a esta más que merecida recopilación gana en intensidad y coherencia. Así, presenciaremos su nacimiento en plena batalla, le veremos crecer al calor de la forja de su padre y de los relatos de aventuras de su abuelo, seremos testigos de sus primeros encuentros con la oscura magia y de sus escarceos amorosos, y acabaremos por presenciar su estreno en batalla, historia con la que se cierra el círculo y alumbra al héroe que todos conocemos.
Como compañero de viaje para este relato tenemos al dibujante Greg Ruth, con un estilo pictórico muy cercano a la ilustración, de trazo agresivo, y que dota al relato de Busiek del salvaje realismo que éste necesita. Sus imágenes tienen tanta fuerza que uno no se cansa de contemplarlas una y otra vez, y transmiten a la perfección tanto el mensaje de la historia como los sentimientos e intenciones de sus personajes, de tal manera que pueden llegar a comprenderse sin necesidad del texto. Esa es la fuerza y la virtud del cómic cuando se convierte en verdadero arte secuencial, como es el presente caso.
En definitiva, Conan: Nacido en el campo de batalla es un gran cómic, tanto para los fans de Conan como para aquellos que gusten de buenos relatos de espada y brujería en los que el fondo pese más que la forma y que no sean una simple sucesión de espadazos sin sentido. Salvajemente genial.
El reto era importante y arriesgado, ya que los nuevos autores se enfrentaban a la inevitable comparación con la obra realizada anteriormente por Roy Thomas y John Buscema (con permiso de Barry Windsor-Smith), un icono clásico de tanto peso que podía suponer un lastre para las nuevas andanzas de Conan. Pero cuando el responsable de los nuevos guiones es alguien llamado Kurt Busiek, los aficionados podemos respirar tranquilos. El creador de auténticas joyas como Astro City y Marvels, de solvencia contrastada además en trabajos más corporativos y de continuidad que de autor, no sólo cumplió brillantemente con el encargo recibido, siendo uno de los más fieles guionistas adaptando los relatos de Robert E. Howard, sino que supo darle a la serie su toque personal y además aportó material propio para hacer aún más grande si cabe al legendario personaje.
Muestra de ello es Conan: Nacido en el campo de batalla, un tomo que aúna toda una serie de pequeñas historias que se intercalaban, a modo de spinn-off o de serie dentro de la serie, entre las diferentes adaptaciones de los relatos clásicos. Basándose en lo poco que se sabía sobre el pasado del personaje, apenas una escasa decena de anécdotas apuntadas tanto en relatos como en correos mantenidos con lectores por Robert E. Howard, el ingenio de Kurt Busiek teje una biografía de la infancia, adolescencia y primeras andanzas cimmerias de Conan, un relato vibrante y épico que profundiza en las raíces del héroe y en sus motivaciones, y que gracias a esta más que merecida recopilación gana en intensidad y coherencia. Así, presenciaremos su nacimiento en plena batalla, le veremos crecer al calor de la forja de su padre y de los relatos de aventuras de su abuelo, seremos testigos de sus primeros encuentros con la oscura magia y de sus escarceos amorosos, y acabaremos por presenciar su estreno en batalla, historia con la que se cierra el círculo y alumbra al héroe que todos conocemos.
Como compañero de viaje para este relato tenemos al dibujante Greg Ruth, con un estilo pictórico muy cercano a la ilustración, de trazo agresivo, y que dota al relato de Busiek del salvaje realismo que éste necesita. Sus imágenes tienen tanta fuerza que uno no se cansa de contemplarlas una y otra vez, y transmiten a la perfección tanto el mensaje de la historia como los sentimientos e intenciones de sus personajes, de tal manera que pueden llegar a comprenderse sin necesidad del texto. Esa es la fuerza y la virtud del cómic cuando se convierte en verdadero arte secuencial, como es el presente caso.
En definitiva, Conan: Nacido en el campo de batalla es un gran cómic, tanto para los fans de Conan como para aquellos que gusten de buenos relatos de espada y brujería en los que el fondo pese más que la forma y que no sean una simple sucesión de espadazos sin sentido. Salvajemente genial.
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