Cuando la muerte nos define como humanos |
Tras dedicarse durante muchos años al diseño gráfico y a la ilustración, el canadiense Michel Rabagliati irrumpe en los tebeos a finales de los 90 con Paul, su reflejo en el mundo de las viñetas, un personaje que no ha dejado desde entonces y del que ya lleva escritos siete libros, con el que se ha ganado el respeto y la admiración de crítica y público, como en el caso que nos ocupa, Paul en Québec (Premio del Público Angoulême 2010).
El mérito de Rabagliati es aún mayor ya que en un panorama tebeístico como el actual, en el que dominan las historias repletas de acción, llenas de colorido y de dibujo hiperrealista, ha conseguido hacerse hueco con historias cotidianas, fragmentos vitales dibujados con una linea simple, clara, caricaturesca y con cierto aire retro, y con un estilo propio y reconocible de marcada influencia francobelga.
Sin tratarse de una autobiografía propiamente dicha, las aventuras de Paul le sirven a Rabagliati para plasmar vivencias de todo tipo, momentos vitales cotidianos y de transición en los que cualquiera de nosotros nos podemos ver reflejados. Paul en Quebec no es una excepción. En esta ocasión se enfrenta a un tema espinoso como es el de la enfermedad y la muerte de un ser querido, y de cómo ésta nos afecta tanto a nosotros como a nuestro entorno. Y el principal mérito es que lo aborda de una manera llana y sencilla, sin abusar de la lírica, siendo sensible sin caer en la sensiblería, de una manera clara y directa sin ser escabroso. Intercala además en el relato todo tipo anécdotas, la mayoría divertidas sin ser ridículas, aparentemente sin conexión con la trama principal, pero que sirven para darle mayor veracidad a la historia. Así nos lo narra Rabagliati, de una forma cotidiana y natural, pues al fin y al cabo la muerte forma parte de nuestra naturaleza, y aceptarla como tal es lo que nos define como humanos.
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